Super User
1994
Por las callejas estrechas de un Perchel agonizante, el rostro pálido marfil de una Dolorosa, guardesa de un barrio afable y acogedor del que quiso ser vecina. Frente al puente, buscaba con la mirada su antigua capilla, hoy demolida, Guadalmedina por medio, en la otra orilla.
Un puente, nunca es distancia.
Cantar quiero tu noble y pura palidez
que es sufrir de siglos.
Penetrar con espíritu de amante
silencioso, tu hermosura,
y donde la nieve puso su blancura,
poner con mis labios la policromía
carmín de un beso depositado a tus pies.
Otro en silencio pondré
sobre el madero en que muestras a Tu Hijo.
¡Dolores! nardo enlutado
del Perchel...
¿Quién te clavó ese puñal?
¿Fue quizás el sufrimiento
de ver tu barrio muriendo...,
o acaso, fue ese tormento
de la Cruz del Redentor?
Leopoldo García Sánchez - 1994
1993
Y el Perdón y los Dolores saldrán de los Percheles. Tantas obras en la zona me tienen desorientado, por eso no sé si este año el puente de los Alemanes rendirá pleitesía, como siempre, a su Virgen, pero da igual. El Perchel es el Perchel y en torno a Santo Domingo estarán los que siempre quieren ver el señorial renacer de una vieja-nueva cofradía.
Pedro Luis Gómez Carmona - 1993
1992
No me importaría Señor, ser ladrón crucificado, con tal de que me llevaran a tu lado por las calles percheleras.
Y oír de tus labios, CRISTO DEL PERDÓN, las palabras que dijiste a Dimas: "Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso". Tuvo que ser precisamente un ladrón, un condenado a muerte, como tú, el único hombre que supo, porque tú mismo se lo dijiste, que entraría contigo en el Reino.
Y a tus pies, la VIRGEN DE LOS DOLORES, la vecina del pasillo, la que asomada a su capillita durante todo el año, es como si se saliera de la Iglesia para corresponder amablemente al saludo de sus devotos.
El Lunes Santo es Ella misma al pie de la Cruz ese puente tendido entre Jesús crucificado y los hombres.
Perdón y Dolores. Hijo y Madre, pasean su amor acompañados por enlutados nazarenos con altos cirios, que marcan sendas de fe cofradiera camino de su estación de penitencia en la Santa Iglesia Cate.
Salvador Villalobos Gámez - 1992
1991
Lejos, una enlutada y menuda Mujer enseña la profundidad de la humildad como virtud moral grande entre otras virtudes. Con su mirada acariciando un puente que desde principios de siglo recuerda a propios y extraños el humanísimo proceder de los hijos de esta tierra, la dulce Madre del Carpintero de los Percheles, hace momento a momento realidad que la humildad y la caridad son los fundamentos de ser y de sentirse cristiano.
Transmite ese principio de acción que Dios injerta en el alma y que hace que veamos en nosotros lo que hay del Altísimo y lo que procede de nuestra propia naturaleza.
En Ti, Flor de Santo Domingo, tu barrio adquiere plena conciencia de lo que es, de aquello que debe a tu presencia y a lo que quedan obligados en justicia y en verdad.
Eres la Virtud que salva y glorifica. Eres fortaleza, caridad, PERDÓN junto a tu Hijo que clavado en una Cruz no cesa de exclamar: Venid a Mi los que tenéis hambre, los que tenéis frío, los sin hogar, los huérfanos, los desamparados...
Eres Virgen, la Puerta de tus necesitados, camino de santificación. Eres, eso... DOLORES DEL PUENTE.
Alberto M. Jiménez Herrera - 1991
1990
Y ya es Lunes Santo. No lo podía creer, VIRGEN DE LOS DOLORES, cuando hace unos años me dijeron que por fin tu Cofradía estaba restaurada. Que por fin iban a sacarte a la calle. Y yo recordaba entonces, las veces que te recé en tu capillita del puente de Santo Domingo. Mi madre fue la que metió en mi corazón la devoción a tus dolores. Y yo miraba tu cara y la de mi madre y me preguntaba, ¿por qué las madres se parecen tanto, cuando el dolor está por medio?. Después, ya fue imposible bajar las escaleras y pasar de largo. Estabas allí, con tus manitas apretadas en el pecho, estrujando tu pena, amparando tristezas. Ahora tienes a tu Hijo, EL CRISTO DEL PERDÓN, llenando tu soledad.
José Luis Zurita - 1990
1989
Cambia el día y cambia el escenario. Lunes Santo, día en que se produce el desbordamiento del Perchel y la Trinidad en calle Larios.
Comienza el desfile junto al Puente de los Alemanes, que dicen que se fue la Señora, llorando al pie de la cruz desde la que nos persona su Hijo, a derramar su dolor por Málaga.
¡Qué buena cosa hicieron tus hermanos!. Porque no había derecho a que sólo los Percheleros te tuvieran para ellos. Que se me descolore la memoria viéndote ahí, al pie del puente, sólo rodeada de los tuyos. Pero ahora, porque así el Perchel lo ha querido, Dolorosa de Santo Domingo, ahora eres ya de toda Málaga.
Luis Merino Bayona - 1989
1988
Oíd cofrades de Santo Domingo, junto al Puente, al Cristo del PERDÓN pronunciando esas siete Palabras inmortales bajo el palio azul de nuestro cielo, junto a luces delirantes que escapan de los cirios de sus nazarenos y sentid la sed de escuchar, como Dimas, esa frase que nos abre las puertas del Cielo. Y, al mismos tiempo, sed testigos de cómo gracias al tesón de unos cofrades jóvenes se ha podido recuperar no sólo una antigua Hermandad, sino, también, una de las Capillas de mayor solera arquitectónica del vetusto Convento de Santo Domingo el Real. Estad seguros de que la Virgen de los DOLORES, ante cuya imagen todos los días me santiguo, alberga en su corazón de Madre, además de la devoción de su Barrio y las mil y una confidencias de los que, con amor y confianza, se acercan a diario a su Capilla, el inmenso gozo que le supone el poder abandonar, cada Lunes Santo, el largo claustro de su hornacina a fin de llevar a todos los malagueños la alegría y el consuelo de un Hijo, que, a costa de su vida, nos perdona desde la Cruz.
Francisco José González Díaz - 1988
1987
Las calles del Perchel te han visto tan sencilla, tan digna, tan hermosa en el severo orden de nazarenos negros. Ya estás aquí, Virgen de los Dolores. Bueno, siempre estás en la calle, eres una sorpresa cuando bajo del puente y me fundo en tu llanto, en la calle. Pero este pueblo, raro y viejo, ha creado un joyero de barrocas volutas, de ángeles dorados y celestes brillantes. Que el dinero no es todo, ahí está la capilla, un milagro de arte para el Cristo del Perdón.
Antonio M. Garrido Moraga - 1987