SEPTENARIO A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
(Parroquia Santo Domingo - Málaga, 31 marzo 2023)
Lecturas: Rm 8, 31b-39; Sal 17, 2-3. 5-7.19-20; Jn 19, 25-27.
1.- En este último día del Septenario, queremos acompañar a la Virgen, Nuestra Señora de los Dolores del Puente, sumergida en el sufrimiento fecundo. Ella acompañó a su Hijo, permaneciendo al pie de la cruz y compartiendo sus dolores y sufrimientos. Esta tarde, queridos cofrades y devotos, queremos estar junto a Ella como hijos queridos; y no como meros espectadores.
El evangelio de san Juan nos relata ese doloroso momento: Estando junto a la cruz de Jesús su madre y otras mujeres (cf. Jn 19, 25), Jesús confió a su madre al discípulo que tanto amaba (cf. Jn 19, 26); y luego, le dijo: «Ahí tienes a tu madre». Juan la acogió como suya (cf. Jn 19, 27), y nos invita a acogerla también nosotros como Madre nuestra. Ella perdía a su propio Hijo y nos adoptaba a nosotros como hijos suyos; pero, como su corazón es tan grande, nos ama como verdaderos hijos.
Ella supo compadecerse y sintonizar con los sentimientos de Jesús, que entregaba su vida por amor a nosotros y a todos los hombres.
Le pedimos a la Virgen de los Dolores que nos ayude a compadecernos y a saber estar cerca de nuestros hermanos, los hombres, sobre todo de los más necesitados, enfermos, ancianos y débiles. Debemos apoyar la vida humana en todas y cada una de sus fases y etapas.
2.- Compartir el dolor de la Madre implica compadecerse del dolor de los hermanos. No es posible amar a la Madre, sin amar a sus hijos; o viceversa. Y no hay que tener miedo a las dificultades; el apóstol Pablo nos da palabras de aliento: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rm 8, 31).
Ninguna dificultad por grande que sea, ninguna situación adversa, ningún poder maligno podrá apartarnos del amor de Cristo y de su Madre, la Virgen: «¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?» (Rm 8, 35).
Nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro (cf. Rm 8, 39); y nada ni nadie podrá apartarnos del amor de su Santísima Madre.
3.- Queridos cofrades y fieles devotos de la Virgen de los Dolores del Puente, somos amados por Dios junto con su Madre santísima; y somos protegidos de todos los males con la intercesión de tan tierna Madre.
Como hemos recitado en el Salmo, Dios es nuestra «fortaleza» (Sal 17, 2), nuestra «roca, alcázar y libertador». Dios es nuestro refugio, nuestro escudo y nuestra fuerza salvadora (cf. Sal 17, 3). Y su Madre Santísima vela y cuida de nosotros con amor maternal.
4.- Nosotros solemos acudir a la Virgen de los Dolores en nuestras dificultades, enfermedades y sufrimientos, en cierto sentido para deshacernos de ellos y evitarlos. Solemos pedir que nos quiten los sufrimientos; esa misma tentación también al tuvo Jesús en el Huerto de los Olivos: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42).
La Virgen María aceptó el dolor en su vida y asumió el sufrimiento. Por eso hemos de acudir a Ella, para que nos ayude a asumir también nosotros los sufrimientos que la vida nos depara.
La Capilla de la Virgen de los Dolores del Puente es testigo del amor filial de muchos cofrades, fieles y devotos que acuden a Ella para contarle sus penas, expresarle sus sufrimientos y recabar su ayuda materna. Y Ella, como tierna Madre, escucha a sus hijos, los reconforta y les ayuda para seguir como buenos discípulos de su Hijo, aceptando la voluntad del Padre.
El paso por el puente es como el paso por la vida; la Virgen te espera en el camino de tu vida; en el puente de tu vida que te conecta con Dios; y quiere que camines con su Hijo Jesús. Y Ella quiere que le acompañes, porque te lleva de su mano.
5.- El Salmo nos ha dicho que, aunque nos cerquen olas mortales, nos aterren torrentes destructores, nos envuelvan las redes del abismo y nos alcancen los lazos de la muerte (cf. Sal 17, 5-6), somos liberados por Jesucristo y salvados de todo mal.
No podemos separar la devoción a la Virgen de los Dolores del amor que su Hijo Jesús nos tiene. Son el anverso y reverso de la misma medalla, como el amor a Dios y a los hermanos; no se pueden separar.
Recordemos que esta Cofradía se llama de Nuestra Señora de los Dolores y Cristo del Perdón. Hemos sido “perdonados” de nuestros pecados y “llamados” a participar de la vida divina. ¡Gocemos, pues, de la liberación del pecado y del hermoso destino que Cristo nos ofrece!
6.- El fundamento de la devoción a la Virgen María arranca de su maternidad, que es el título más significativo que la Iglesia le profesa: Madre del Hijo de Dios; de ahí derivan todos los demás títulos. Por ello, la maternal intercesión de Nuestra Señora de los Dolores, su santidad ejemplar y la gracia divina que inhabita en Ella, se convierten para el género humano en motivo de esperanza.
La misión maternal de la Virgen de los Dolores del Puente empuja a los fieles a dirigirse con filial confianza a Aquella, que está siempre dispuesta a acogerlo con afecto de madre y con eficaz ayuda de auxiliadora (cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 60-63).
Por eso el pueblo de Dios la invoca como Madre de misericordia, consuelo de los afligidos, salud de los enfermos, refugio de los pecadores, consuelo en la tribulación, alivio en la enfermedad y fuerza liberadora en el pecado (cf. Pablo VI, Marialis cultus, 57).
7.- Queridos cofrades y fieles, al finalizar la Eucaristía bendeciremos el nuevo trono procesional de la imagen del Santísimo Cristo del Perdón, que lleva de manera “provisional” 36 años; visto desde la larga historia de la Iglesia este tiempo es como un suspiro. Felicidades por el esfuerzo que habéis hecho; por el afecto filial hacia Ella y por todo lo que estáis haciendo.
Se trata de uno de los grandes proyectos patrimoniales de la Cofradía, diseño del querido y recordado Jesús Castellanos. La celebración pasada del 275 Aniversario de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores fue motivo importante para impulsar definitivamente este proyecto.
La Iglesia nos invita a contemplar a la Virgen en esta Semana Santa y nos anima a profundizar en su intercesión amorosa. ¡Os deseo una fecunda Semana Santa y después una alegre Pascua de Resurrección!
Pedimos a Nuestra Señora de los Dolores del Puente, que acompañe a sus hijos y los cuide con su solicitud maternal. Amén.